La ley de etiquetado frontal es una necesidad en la Argentina, porque, según la Encuesta de Factores de Riesgo del Indec (2019), el 61,6% de las personas tienen exceso de peso (el 36,2% tienen sobrepeso y 25,4%, obesidad). De esta manera, se intenta promover la prevención nutricional en la población, impactando en la reducción de enfermedades crónicas no transmisibles.
¿Qué propone la ley?
- “Todo alimento contenido en un envase, cualquiera sea su origen, envasado en ausencia del cliente, listo para ofrecerlo al consumidor” deberá usar octógonos negros con letras y bordes en blanco indicando sobre los excesos de componentes: azúcares, sodio, grasas saturadas, grasas totales y calorías. El tamaño de cada sello no será nunca inferior al 5% de la superficie de la cara principal del envase.
- En caso de contener edulcorantes o cafeína en exceso, el envase deberá contener una leyenda por debajo de los sellos de advertencia: «Contiene edulcorantes, no recomendable en niños/as» o «Contiene cafeína. Evitar en niños/as».
- Se prohibirán que los alimentos y bebidas analcohólicas que contengan algún sello publiciten en sus envases información nutricional complementaria, logos o frases con el patrocinio o avales de sociedades científicas o asociaciones civiles. También, especialmente apuntando a los más pequeños, se prohibirá las publicidades con personajes infantiles, celebridades, deportistas o mascotas y la promesa de entrega de obsequios, premios o regalos.
- No se permitirá que los productos, con al menos un sello negro, se vendan en las escuelas. También, propone también que el Consejo Federal de Educación incluya contenidos de educación alimentaria nutricional en todos los niveles educativos.
Como se puede ver, el proyecto tiene tres patas muy fuertes. Primero, empoderar a los ciudadanos como consumidores, con información de fácil lectura. Segundo, se promueve la alimentación saludable desde corta edad, con educación en la escuela. Finalmente, se desalienta a la industria a los incentivos publicitarios, especialmente cuidando a los peques. Estas técnicas han sido probadas en otros países, y funcionan muy bien. Similares sistemas se implementaron en Chile, Uruguay, México o Perú, y ya se vislumbra el impacto sobre la población en la toma de decisión de compra. También se implementaron, con otros modelos, medidas en el mismo sentido en Bolivia, Ecuador, Costa Rica y varios países de Europa.
En relación con la economía, el empleo y el comercio internacional, contrariamente a lo que expresa la industria, la evidencia muestra que las etiquetas frontales con advertencias sanitarias no tienen una repercusión negativa. Por el contrario, es una oportunidad para desarrollar nuevos productos y pensar en estrategias de alimentación saludable, incluso pensando en captar nuevos mercados internacionales.
El proyecto cuenta con media sanción del Senado y el dictamen positivo de las comisiones de la Cámara de Diputados (Dictamen). La norma establece un plazo entre 6 y 12 meses para que la industria se adapte. Ojalá pronto sea una realidad. Los cierto es que se avecina un cambio positivo. ¿Vos también lo crees? Dejame tu opinión en los comentarios
«No se permitirá que los productos, con al menos un sello negro, se vendan en las escuelas. También, propone que el Consejo Federal de Educación incluya contenidos de educación alimentaria nutricional en todos los niveles educativos». Este punto de la ley es fundamental por que acompañar con un buen contenido de educación nutricional en los colegios, es la mejor manera de promover buenos hábitos alimenticios. Está bien que los pibes sepan que es una mitocondria, pero si no distinguen entre un puerro y una cebolla de verdeo, estamos mal. Lo ideal sería que este proyecto impactara en la mejora de la industria de la alimentación, fomentando a las pequeños y medianos productores locales, y que fuese un pequeño gran paso para conseguir una verdadera «soberanía alimentaria».
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